Frases etiquetadas con trad. Tanoshii (mejores)

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Ahiru: Uah, qué ojos más bonitos, es como si me absorbieran. Pero se ven tan tristes...
Mytho: ¿No es extraño? Amo y deseo proteger todo lo que hay en este mundo. Y aun así, quiero que todo el amor del mundo sea sólo mío. ¿Cuál se supone que es mi verdadero ser? Quiero que me amen, ¿pero es bueno sólo ser amado? No lo sé, mi orgullo sigue perdido en la oscuridad.
Edel: A aquellos que se someten al destino les espera la felicidad. A los que luchan contra él les espera la gloria.
Rue: Las profundidades de la desesperación. Se está tan tranquilo... Nadie volverá a engañarme y no tendré que guardarle rencor a nadie. Aquí no hay nada. Ni siquiera amor. Sólo danzar hasta que me llegue la muerte.
Ahiru: Ahora mismo no puede querer a alguien ni nada. Aunque Rue quiera tanto a Mytho. ¿No te da lástima?
Edel: ¿Lástima?
Ahiru: Sí, ¿no te parece?
Edel: ¿Lástima por Mytho? ¿Por Rue? ¿O por ti?
Narradora: Hace mucho, mucho tiempo, hubo un hombre cuya vida llegó a su fin. La historia se interrumpió, y junto a su corazón, el príncipe perdió la gentileza que le caracterizaba e incluso los recuerdos de su heroica batalla. Y a lo largo y ancho de la ciudad, los fragmentos del corazón del príncipe buscan refugio en aquellos corazones que tengan un vacío para ellos. Entre aquellos que fueron poseídos por estos fragmentos, los hay cuyas historias se acabaron torciendo.
Drosselmeyer: Si eres el caballero, debes derrotar al villano sin mostrar temor alguno. Si eres el villano, debes acabar con la princesa sin compasión. Si eres la princesa, debes salvar al príncipe con el poder del amor. Si eres el príncipe, debes usar tu sabiduría y valor... Es verdad, si no puedes.
Mytho: Cuando estoy solo... está oscuro y frío...
Drosselmeyer: No podéis olvidarlo, Ahiru, sigue siendo un pato.
Narradora: Hace mucho, mucho tiempo, hubo un príncipe feliz. El príncipe feliz no sabía nada de las penurias del pasado, ni tampoco de las del futuro. Hasta que un día, el príncipe encontró una reconfortante luz. Pero esa calidez no sólo transmitía tranquilidad, sino también tristeza, dolor, y soledad.
Narradora: Hace mucho, mucho tiempo, hubo un hombre cuya vida llegó a su fin. El hombre estaba escribiendo la historia de un apuesto príncipe y su lucha contra un malicioso cuervo. Tras su muerte, el cuervo y el príncipe huyeron del cuento. El príncipe usó un poder prohibido que sólo él tenía para sellar al cuervo, a costa de su propio corazón. El cuervo quedó encerrado sin poder escapar, y el corazón del príncipe quedó partido en mil pedazos, que se esparcieron a lo largo y ancho de la ciudad. En ese momento, en la ciudad los cuentos y la realidad se entremezclaron, y aquello que pertenecía al terreno de la fantasía dejó de hacerlo.
Edel: La verdad es propensa a la timidez. Si intentas ir tras ella, se esconde. La verdad teme quedarse sola. Si huyes de ella, irá tras de ti.
Narradora: Hace mucho tiempo, vivió un caballero. Por el bien de su amigo, se vio obligado a quitarle la vida. Hace mucho tiempo, existió una espada. La espada, que siempre había luchado por la paz, se dio cuenta de que para protegerla debía quitarle la vida a aquel que la blandía. Y así lo hizo. Ni el caballero ni la espada tenían elección, pero ¿realmente hicieron lo correcto? Esa pregunta les sigue atormentando hoy en día.
Edel: Esta joya se llama “amor”. Si te agrada, puedes quedártela. [...] Pero has de saber que aunque esta gema sea fuerte, se daña fácilmente. Aunque sea hermosa, se mancilla fácilmente. Y cuando se lucha por ella, puede causar incluso la muerte. Debes ser muy cuidadoso con ella.
Ahiru: Ah, qué guapa es.
Lilie: Justo el polo opuesto a ti.
Pike: Vaya, la has hundido.
Lilie: Madre mía, ¿se ha deprimido? ¡Pero qué mona es!
Ahiru: Si puedo convertirme en una chica, y estar junto a Mytho-senpai... Entonces, algún día... Algún día podría conseguir que recupere la sonrisa.
Narradora: Hace mucho, mucho tiempo, hubo un hombre cuya vida llegó a su fin. El oficio de ese hombre era escribir historias, pero eso no le permitió desafiar a la muerte. Su última historia era la de un apuesto príncipe y su lucha contra un demoníaco cuervo. Pero tras su muerte, esa batalla quedaría inconclusa para siempre. “¡No voy a aceptar esto!”, graznó el cuervo. “¡No voy a aceptar esto!”, exclamó el valeroso príncipe. El cuervo huyó de la historia, y persiguiéndole, el príncipe hizo lo mismo. Y entonces, el príncipe usó un poder prohibido para sellar al cuervo, sacrificando su propio corazón. En ese momento... “Maravilloso”. Se oyó susurrar al hombre que debería estar muerto.
Narradora: Hace mucho, mucho tiempo, vivió cierto niño. Para el niño, el mundo estaba lleno de enigmas. “¿Cómo? ¿Por qué? ¿Para qué?” Por cada pregunta que hallaba respuesta, aparecían otras dos. Cuando dos preguntas eran respondidas, cuatro nuevas eran planteadas. Cuando cuatro enigmas eran resueltos, incontables ocupaban su lugar. Al final, el niño se vio consumido por sus propias preguntas.
Princess Tutu: Lo siento. No puedo evitar que sufras, lo único que puedo hacer es recuperar tu corazón.
A Mytho.
Fakir: Yo... ¡No sucumbiré ante ese miserable destino! Lo cambiaré.
Rue: Fue bendecida con belleza, sabiduría y fortaleza, pero estaba destinada a no estar nunca con su príncipe. En el momento en que confiesa sus sentimientos, desaparece en medio de un resplandor.
Ahiru: Cuando soy la princesa Tutu, puedo ejecutar cualquier paso de baile. Pero, ¿ésa soy yo? ¿O es otra persona?
Mytho: Aunque duela, cuando pienso en ti puedo sentir brillar una tenue luz en mi corazón. Si te vas, creo que esa luz también desaparecerá. Eso es lo que me da miedo.
Neko-sensei: Ya, ya, prestadme atención. Si alguna no guarda el debido silencio... Tendrá que casarse conmigo.
Narradora: Hace mucho, mucho tiempo, surgió un amor que jamás sería correspondido. Pero eso no basta para construir una historia. El hombre que había de tejer este relato de amor ya no está en este mundo. Y con este amor eternamente triste, la historia se perpetúa hasta hoy. Habiendo perdido a su hacedor, sigue vagando en busca de un final.
Ahiru: Sólo estoy tomando el aire, no me estoy escaqueando... Por hacer eso no pasa nada.
Narradora: Hace mucho, mucho tiempo, vivió una muchacha con alas de libertad. El hombre que la amaba pensó que si ataba esas alas, nunca se separaría de él ni un instante. Pero cuando cubrió las alas con un chal encantado, se desprendieron de la espalda de la muchacha y ésta murió. El hombre no lo sabía, pero las alas de la muchacha eran su fuente de vida.
Fakir: Tú en realidad eres un pato. Y yo... En realidad siempre han sido los demás quienes me han protegido a mí. Yo no puedo proteger a nadie.
Malen: ¿No eres una estudiante de ballet?
Ahiru: Bueno, dibujar no es que se me dé bien...
Malen: Por eso estás en ballet.
Ahiru: Pero bailar tampoco se me da bien.
Narradora: Hace mucho, mucho tiempo, hubo un hombre cuya vida llegó a su fin. El hombre tenía el poder de hacer los cuentos realidad. Por temor a que sus tragedias acaecieran realmente, le cortaron las manos. Cuando el hombre murió, todos suspiraron aliviados. Sin embargo, con sus manos recién cortadas, el hombre había escrito una historia con su propia sangre. Era la historia de sí mismo y de cómo continuaría escribiendo incluso después de la muerte.
Edel: ¿Quién es más feliz, quien continúa con su sueño indefinidamente, o quien es despertado?
Ahiru: Hay veces que consultar con la almohada no sirve para nada.
Narradora: Hace mucho, mucho tiempo, hubo un príncipe que amaba a un hermoso cisne blanco. Sin embargo, el príncipe cayó en la trampa del cisne negro y traicionó a su amado cisne blanco. El cisne negro obligó al príncipe a jurarle amor eterno. Pese a todo, sin pensar en su propio bienestar, el cisne blanco sigue protegiendo al príncipe. Y ahora ha llegado el momento de poner a prueba ese amor.
Narradora: Hace mucho, mucho tiempo, hubo un hombre cuya vida llegó a su fin. Las historias que ese hombre hilaba se hacían realidad. El rey, los nobles y los adinerados del reino acudían a él para que escribiera sobre ellos. Pero al comprobar que sus deseos realmente se cumplían, empezaron a temer su poder y a aborrecerle. Cuando el hombre falleció, todos suspiraron aliviados por haberse librado de aquella maldición. Nadie oyó la burlona risa del hombre muerto.
Narradora: Hace mucho, mucho tiempo, una princesa fue hecha prisionera. Encerrada en el castillo del señor de los demonios, no tuvo otra elección más que danzar como un títere... de acuerdo a sus caprichos. Un día, un héroe deseoso de salvar a la princesa retó al señor de los demonios. Pero no había forma de que aquel héroe saliese victorioso. Porque aunque él no lo sabía, era un títere creado por el mismo señor de los demonios.
Ahiru: Después de andar y hablar juntas tanto rato, ya somos amigas.
A Rue.
Mytho: Quiero ver a Tutu. Cuando pienso en Tutu, ardo en deseos de verla. Siempre quiero estar con Tutu.
Ahiru: Soy un pato. No soy más que un pájaro. Pero lo que él ve es a la princesa Tutu en su bonito vestido. Ésa no soy yo.
Narradora: Hace mucho, mucho tiempo, vivió una muchacha que amaba la danza. Un día cometió la imprudencia de enfundarse unas zapatillas rojas que la obligarían a bailar eternamente. La muchacha continuó día y noche... Pero esperad, ésa es otra historia. Sin embargo, puede que no esté demasiado alejada de la nuestra.
Narradora: Hace mucho, mucho tiempo, vivió cierto caballero. Siempre cumplió con su deber, fuese cual fuese. Ni siquiera vaciló cuando hubo de quitarle la vida a su amada. Ése era su mayor orgullo. Pero el caballero sólo sabía acatar órdenes, y tras su muerte, siguió vagando en busca de una misión que cumplir. Dicen que el otrora caballero, ahora fantasma errante, lleva en sus manos la espada manchada de sangre que una vez atravesó el corazón de su amada.

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